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El discurso más real

Buenas noches a todas las personas que me acompañáis en estos instantes de las fiestas navideñas. El 2017 ha vuelto a ser un año difícil para las mujeres. En estas fechas se cumplen 20 años de un asesinato machista que aún hoy nos sigue causando dolor. Por ello, quiero hacer una mención especial a Ana Orantes, una mujer asesinada por su expareja, un terrorista machista que la maltrató durante 40 años, que vivía en la misma casa por orden judicial y que decidió acabar con su vida golpeándola de nuevo, atándola a una silla y quemándola viva. Este crimen machista supuso un punto de inflexión para que las fuerzas de seguridad, el Poder Judicial, el Gobierno y la ciudadanía empezasen a entender que la violencia machista está sustentada en una ideología y que es una Cuestión de Estado acabar con ella. No obstante aquí seguimos la mitad de la humanidad, demostrando a la otra mitad que somos seres humanos y que por ello no deben atentar contra nuestra dignidad, integridad y nuestra vida.

Navidad es consumismo, hipocresía; días en los que las luces, los adornos, los polvorones y el anís intentan velar la realidad que nos azota cada día de un año que valoramos en sus últimos suspiros y es aquí donde nos volvemos a encontrar entre nosotras; creando lazos, fortaleciendo las alianzas y sosteniéndonos las unas a las otras en un acto de sororidad.

Esta red que hemos tejido nos recuerda la fuerza del verdadero empoderamiento y de las acciones llevadas a cabo por nuestras compañeras para brindarnos los derechos que ejercemos y disfrutamos convertidas en ciudadanas del mundo.

Este discurso se ha tornado en tradición y este año vais a permitirme que desde aquí ocupe un humilde y simbólico trono para visualizar todo lo que nos queda por conquistar, alentando en esta noche a seguir perforando el gran techo de acero bajo el que nos dicen que elegimos sin disponer de la libre elección.

Por otra parte y aludiendo a las tradiciones de este país, me gustaría que juntos y juntas revisásemos aquellas celebraciones y costumbres a través de las cuales se maltratan a los animales mientras se erige un discurso referente a la cultura y el arte que es teñido de una sangre que debería avergonzarnos.

He viajado por toda la geografía de nuestro país y he observado a más de 1.500 locales donde las mujeres son prostituidas cada día; quiero recordaros también la publicidad que nos encontramos encima de nuestros parabrisas, en algunos periódicos e incluso en grandes vallas donde las mujeres aparecen ofertadas como un producto para ser usado y desechado al antojo de los que con su dinero y posición contribuyen a deshumanizar a seres humanos.

Perpleja ante la impasibilidad de la ciudadanía y de aquellas personan que legislan frente a tal panorama intento ponerme en el lugar de algunos de estos hombres y deduzco que se confunden con los mensajes que les llegan en esta sociedad, también desde el porno; ya sabéis, eso de que las mujeres eligen, que sus derechos pasan por satisfacerlos a ellos; que cuando una mujer dice “no” a veces significa “sí”; que si iba sola, era tarde y llevaba determinada ropa quizá ella se lo había buscado; que cuando no resiste se traduce en que quiere estar allí a pesar de que cinco tíos la estén intimidando en un espacio reducido del que es difícil tener escapatoria…Y todo esto me recuerda a esa manada que se enorgullece de drogar y violar a mujeres a las que deja incomunicadas y tiradas después de haberlas vejado. Desde aquí insto a los magistrados del caso “La manada” a aplicar la pena máxima a estos buenísimos hijos del patriarcado.

Como habéis comprobado a través de la propia experiencia, las mujeres vivimos situaciones de acoso cada día; en la calle, en el trabajo; por desconocidos y por nuestros jefes. Antes de que empiece a escuchar a través de la pantalla ese grito de ¡no todos los hombres! dejadme que os diga que no todos sois unos puteros, unos violadores o unos asesinos pero todos formáis parte del grupo opresor y si queréis una sociedad más igualitaria tenéis que empezar por soltar esos privilegios que os da el hecho de tener un pene entre las piernas.

Podría poner muchos ejemplos de sororidad entre las españolas pero me voy a quedar con dos acontecimientos que han demostrado en los últimos meses en qué consiste nuestra lucha: “Juana está en mi casa” y “Hermana, yo sí te creo”.

Españoles y españolas, estamos en una época de deseos y creo que es necesario recordar la naturaleza de los mismos. Un deseo atiende a una cuestión individual y se basa en aspectos que pueden darse o no en función de los actores que pueden hacerlo posible. Un deseo puede tener magia e irrealidad y fluye también con nuestros estados de ánimo y necesidades creadas. Los deseos se proyectan en un “ojalá” (Si Dios quisiera) y se conectan con la fe. Pero a veces esos deseos se cumplen con el poder del dinero y chocan con una fuerza mayor e inquebrantable, los derechos. Nuestros deseos pueden convertir a personas en mercancía, en vasijas y eso nos lleva a dejarlas sin unos derechos que les pertenecen por encima de todo y que no son negociables en ningún tipo de debate. Considero imprescindible reflexionar acerca de un negocio que olvida que los seres humanos no se compran.

En estas fechas donde gozamos del calor en el hogar no quiero dejar pasar la oportunidad de recordar a las personas refugiadas sin refugio; mujeres, hombres, niños y niñas hacinadas en centros de internamiento o al otro lado de una fortaleza de la que Europa está cada vez más orgullosa dejando a sus iguales fuera; violando tratados que esta comunidad firmó y pisoteando los Derechos Humanos que dice respetar en las cumbres.

Desde aquí también quiero que juntas rompamos todos los minutos de silencio dedicados a cada mujer asesinada por un terrorismo machista que mata; necesitamos trabajar en coeducación, implantar la perspectiva de género en cada ámbito y firmar un Pacto de Estado contra el machismo para que cada crimen contra las mujeres, los feminicidios, sean considerados crímenes de lesa humanidad.

Hoy es un día para estar con la familia, las amigas, con las personas que decidimos que nos acompañen en este camino o para estar en soledad con el libro de una nueva autora y una gran copa de vino; Por ello, a pesar de saber que estáis disfrutando con este encuentro, no os voy a robar mucho más tiempo.

Creo que es justo culminar este discurso transmitiendo algo de cariño a los académicos de la RAE pues parece que en 2018 las mujeres seguiremos siendo “el sexo débil” de su diccionario, ese que rezuma bastante misoginia. Espero que esta ilustre academia de 300 años de existencia y que ha aceptado solo a 11 mujeres en toda su historia empiece a tomar conciencia de lo que supone que en la actualidad  cuente con 7 sillones ocupados por mujeres de un total de 46.

Queridos y queridas, ha llegado la hora de despedirnos y brindar por todas las mujeres que nos abrieron el camino y darles la bienvenida a los aliados que se suman en este movimiento tan justo que es el feminismo y que como decía Mary Wollstonecraft es una apelación al buen sentido de la humanidad. Gracias.

(La foto ha sido realizada por la compañera Lilith Tapia Mariscal y fue tomada en una calle de Córdoba. Parece que el arte callejero feminista está cargado de sororidad).

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