No se trata de ninguna publicidad de lo que podría ser mi plataforma predilecta de cine, simplemente me uno a esas secciones que recogen “Las favoritas de…”. La idea es recomendar películas y contagiar, a quienes me den su confianza y su tiempo, de este amor hacia las historias bien contadas que nos hacen reír mientras asistimos a una crítica de la sociedad, que nos llevan a luchas libradas por las mujeres para alcanzar nuestros derechos, que nos traen a personajes femeninos reales para homenajearlos, que nos hacen entender el mundo y nos enseñan la importancia de pensar o que nos regalan la pasión entre dos mujeres haciendo cálida una estación invernal.
He seleccionado un total de nueve películas, ocho de ellas dirigidas por mujeres de manera intencional ya que también me interesa visibilizar el trabajo de las directoras, esas cineastas que ponen otra mirada, que se preocupan por narrar otro punto de vista y darle importancia a lo que vive la mitad de la humanidad sin caer en representarlo como lo anecdótico. Aquí tenéis la publicación que hice para Instagram mostrándolo de manera más visual y amena, y ahora lo aúno todo en estas líneas dando más detalles e incorporando la visión de quienes las han dirigido. Sin más preámbulos, empecemos.
Una canta, la otra no. Agnès Varda.
Antes de adentrarme en la película he de destacar el trabajo de Agnès Varda para trasladar a la pantalla las problemáticas y las vivencias de las mujeres. Unas pinceladas de su biografía que podéis encontrar en su propio documental Las playas de Agnès.
Nació en Ixelles (Bélgica). Hija de padre de origen griego y madre francesa. Durante la II Guerra Mundial se refugió en Sète, un pequeño pueblo de Francia.
La liberación de París le pilló en el campo. Estudió Arte en la École du Louvre y sus libros eran en blanco y negro. Le gustaba leer a orillas del Sena. Primero se formó como fotógrafa y pasó al cine porque tenía ganas de palabras. No era cinéfila y ha llegado a ser una pionera. Fue la precursora de la Nouvelle Vague y la única mujer cineasta integrante en este movimiento. Su gata Zgougou era el logotipo de su productora. Adoraba a los gatos, las flores y las playas.
En el año 1975 una cadena de televisión preguntó “¿Qué significa ser mujer?” y cineastas como Agnès Varda respondieron con su trabajo. La directora feminista de la Nouvelle Vague realizó un corto llamado: Réponse de femmes: notre corps, notre sexe.
A pesar de las décadas que han pasado sigue teniendo vigencia en nuestros días porque a día de hoy parece que ser mujer es algo que se debe definir desde fuera sin atender a lo material. Y no hay nada más material que el cuerpo de las mujeres, nuestro sexo y todo lo que vivimos por ser mujeres en el lugar designado a nosotras y que llamamos género.
La película de la recomendación nos ofrece un género musical y tiene como protagonistas a dos amigas que se conocen en la década de los 60: Pomme (Valérie Mairesse) y Suzanne (Thérèse Liotard). La primera es más joven y su familia es adinerada. Ella es la que canta, la que explora esa parte artística. La otra no canta, comparte su vida con un hombre que hace retratos en blanco y negro de mujeres que parecen no ser felices. Tiene dos niños pequeños. Sus vidas se unen cuando Pomme ayuda a abortar a Suzanne. Estarán diez años sin verse, conoceremos sus vidas a través de las cartas que se escriben. Llegan los 70 y el movimiento feminista en Francia clama por el derecho a decidir. Allí, en una manifestación proabortista donde Pomme canta se reencuentran. Esa oscuridad del principio irá tiñéndose de color junto a canciones que van haciendo un retrato de la evolución de las mujeres y su relación con los hombres. Es una película luminosa que expone la fuerza de la amistad entre mujeres, pero sobre todo ofrece una historia sobre la maternidad y la libertad para serlo. Explora las contradicciones de esa liberación femenina y las trampas del amor romántico caminando hacia la emancipación de las mujeres. Se trata de un homenaje al Movimiento de Liberación de la Mujer en Francia. Y como curiosidad, la hija de Agnés Varda, Rosalie Varda, aparece en el final de la película cuando cumplió los dieciocho.

El orden divino. Petra Biondina Volpe.
¿Sabías que las mujeres no pudieron votar en Suiza hasta 1971?
Nora (Marie Leuenberger) vive en un pueblo donde todo está en su sitio, nada se altera, el orden de las cosas continúa intacto. Es madre y ama de casa, Y con eso es suficiente. Un día una mujer la aborda en la calle con folletos informativos para la liberación de la mujer, pero ella asegura que no la necesita. La mujer se enfada puesto que esta liberación es para todas y por ello todas deben estar unidas para conseguirla. Nora poco a poco empieza a tomar conciencia del lugar que ocupa por su sexo y lo que se espera de ella. Posiblemente se sorprenderá de las acciones que va a emprender a partir de ese momento, tomando decisiones que afectan a su propio hogar, ya que ninguna revolución puede olvidarse del espacio privado, que también es político. Ha leído La mística de la feminidad de Betty Friedan y a partir de ahí se une a otras mujeres para invertir el injusto orden establecido. Lo siguiente es un cambio físico que le muestra a una nueva mujer que ha nacido para no dar marcha atrás a pesar de las dificultades. Una huelga feminista lo cambiará todo. Hay momentos emotivos, cómicos y sobre todo una narración que nos conduce por la lucha por el voto de las mujeres en un lugar que se creía avanzado dejando a la mitad de la humanidad atrás.

Petra Biondina Volpe es una guionista y directora de cine, autora de esta magnífica película. En una entrevista cuenta:
«Cuando ella (la protagonista) empieza a rebelarse, es cuando inspira a las demás mujeres. Es así como empiezan los movimientos políticos. Una persona se da cuenta de una acción privada que está ante una injusticia y se posiciona contra ella, lo cual tiene una reacción en cadena».
Así creamos la red feminista y nos reconocemos en el mismo grupo de opresión para alzar nuestra voz y conseguir lo que por justicia nos pertenece. La historia está incompleta si nosotras no la narramos. Y sólo si cambiamos ese orden divino podremos dar pasos hacia adelante y en conjunto.
Una segunda madre. Anna Muylaert.
La directora brasileña ha creado una deliciosa película a la vez que nos sitúa delante de una realidad donde la doble opresión que sufren las mujeres aparece invisibilizada.
Regina Casé da vida a Val, una madre amorosa con el hijo de sus patronos adinerados para los que trabaja y que se tuvo que separar de su hija para enviarle dinero y poderle ofrecer una educación emancipadora. Todo se trastoca cuando la hija de Val, Jessica, que es de la misma edad que el hijo del matrimonio, decide visitarla. No acepta el lugar degradado de su madre y la supuesta insolencia de la joven hará que Val se replantee algunas cuestiones. La interpretación de la protagonista es grandiosa y la escena de la piscina podría ser una señal de empoderamiento. Su sencillez, ternura y espontaneidad hacen que la adores desde el minuto uno.

El largometraje pone el foco en la conciencia de clase, en la manera en la que la persona queda subyugada cuando no ha reparado en ella y en los cambios que se pueden producir cuando aparece. También explora la relación madre e hija y los esfuerzos que hacen algunas madres para que sus hijas tengan todo lo que ellas no pudieron alcanzar, aun quedando sometidas a estructuras que hacen que haya esas diferencias de clase que propician que algunas personas vivan en la miseria mientras otras nadan en la opulencia.
Y cómo no, es un retrato del Brasil que ve la directora y el que le gustaría encontrar:
«Siempre ha existido ese problema social. Existen unas reglas más o menos aceptadas: la patrona da besos, trata de querida a su asistente… parece que la trata como a una igual, pero en realidad existen unas reglas invisibles que vienen de todo ese pasado. En Brasil esta película ha causado bastante malestar y vergüenza. Allí no se habla de esas reglas, pero están así impuestas, es la primera vez que se retrata algo que ellos hacen con total normalidad. De hecho, ha habido pocos, pero en uno de los pases que hice allí una amiga mía me dijo: “Tu película es buenísima, pero tengo que irme a casa corriendo, porque necesito hablar con María…».
Miss Marx. Susanna Nicchiarelli.
Hace un tiempo leí una biografía novelada escrita por María José Silveira llamada Eleanor Marx. Hija de Karl. En estas páginas la autora hace un recorrido íntimo por la vida de una mujer poco conocida o que la historia no ha puesto en el lugar destacado que merece. Aquí nos acercamos a la pequeña Tussy, que es como la llamaban en casa, y al retrato intimista de su familia, de cómo crece admirando a su padre, los juegos compartidos, las inquietudes políticas de una niña que se hace mayor con El Capital. Su compromiso y su entrega:
«El experto militante sabe que el contacto con el movimiento es fundamental para quien dedica su vida al socialismo. Más todavía en el caso de Eleanor, de temperamento tan afectuoso, tan lleno de vida: estar al lado de los compañeros es lo que le da cuerpo y sangre a las ideas que, sin eso, pueden quedase demasiado abstractas, descarnadas».

Eleanor Marx fue una mujer brillante, inteligente y comprometida. Se interesó por la situación de los obreros, denunciando el llamado trabajo infantil y centrando su lucha en la emancipación de las mujeres. Fue defensora del voto femenino y la primera en traducir al inglés Madame Bovary, de Gustave Flaubert. No pudo escapar, o quizás sí, de un amor destructivo que también la arruinaba económicamente.
La película comienza con la muerte de su padre y a partir de ahí va construyendo la figura de una mujer extraordinaria que fue socialista, feminista y sindicalista. El biopic nos muestra que a pesar de tener las ideas muy claras para alcanzar la emancipación puedes quedar atrapada en una relación que coarta toda tu libertad. Esto no significa que traicionara sus ideales o fuese contradictorio, sino que soportó una situación hasta que no pudo aguantar más dejando un legado. En la cinta se pueden ver las condiciones de explotación que vivían los trabajadores y cómo en la Comuna de París la protagonista Eleanor (Romola Garai) pronuncia discursos acompañada del ritmo de la música punk. Esta combinación entre la música clásica de Chopin y el grupo Downtown Boys la hace única. Su directora declara: El punk es la música de la desesperación y la revolución, de vida y muerte al mismo tiempo; y la historia de Eleanor tiene todos estos elementos».
Así, lo clásico se une a la ruptura para el cambio a golpe de punk. Y pese a todo siempre hay que tener presente la máxima predilecta de Tussy: «Adelante».
The Party. Sally Potter.
Se trata de una película corta en blanco y negro (71 minutos). Y es absolutamente soberbia.
El escenario es una casa donde Janet (Kristin Scott Thomas) que acaba de ser nombrada ministra del Gobierno, congrega a un grupo de amigos para celebrarlo. Poco a poco observamos que algo no va bien, y nada es lo que parece hasta que llega la tragedia. La directora juega con la sátira y no sabemos si “The Party” es una fiesta o el partido político. Completan el reparto coral Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy y Timothy Spall. Y aquí no son simples (o construidos) personajes sino que cada uno tiene una función para representar un sistema o un posicionamiento en la sociedad.
Tal como cuenta su directora en una entrevista:
«Los personajes se van quitando las capas hasta llegar a lo más crudo de su interior. Una de mis mayores preocupaciones a la hora de perfilar los personajes fue plantear la dicotomía entre la imagen que la gente quiere dar de sí misma y la que ofrece cuando su pequeño universo se pone a prueba».

Nos podemos preguntar qué se está celebrando exactamente. ¿Quién es quién? Hay una pistola: ¿A qué o a quién se le dispara realmente? Os dejo aquí un artículo que sólo podéis leer cuando veáis la película. No quiero dar más detalles porque no hay nada más fastidioso que los spoliers cuando estamos ante algo que hay que descubrir por una misma.
Bar Bahar, entre dos mundos. Maysaloun Hamoud.
Tres mujeres palestinas comparten piso en Tel Aviv: Leila (Mouna Hawa), Salma (Sana Jammelieh) y Nour (Shaden Kanbourá). Son mujeres en un territorio donde no las reconocen y donde desafían mandatos impuestos por haber nacido mujeres. Se sentirán entre dos mundos y lucharán por su libertad: trabajar, amar a quien quieran y poder divertirse. Arrastran una tradición, el presente es difícil y el futuro incierto. La buena noticia es que están juntas.

Bar Bahar, entre dos mundos es la ópera prima de la directora y guionista Mysaloun Hamoud, que fue premiada en el Festival de San Sebastián en 2016. La directora compartió en una entrevista estas palabras:
«La película gira en torno a la solidaridad entre mujeres porque creo que solo así podemos tener más fuerza, siendo solidarias y apoyándonos mutuamente. La industria cinematográfica está dominada por hombres, y en la mayoría de películas las mujeres son tratadas desde un punto de vista masculino. Creo que ha llegado la hora de que se nos muestre tal como somos».
La sororidad como estrategia política para enfrentar al sistema patriarcal con todos sus tentáculos en un largometraje que trata el racismo, el lesbianismo, el fundamentalismo y la represión rompiendo los estereotipos de la mujer árabe para mostrar a mujeres reales que podemos ser nosotras mismas.
El feminismo nos salva la vida; también de costumbres rígidas y asfixiantes que en nombre de la tradición coartan nuestras libertades.
Hay escenas que son para enmarcar y os digo dos sin dar detalles para que cuando la veáis os acordéis de estas líneas: la intervención de Leila en un asunto y un baile. Tenéis que visionarla.
Aurore. 50 primaveras. Blandine Renoir.
La directora explicó a propósito del filme que tenía claro que quería la presencia de mujeres en un primer plano; que abordase los problemas reales de las mujeres, contados y analizados desde su mirada. Decía que en el cine no se habla de las mujeres de 50 años y que ella de manera sencilla ha mostrado a aquellas mujeres que ve por todos lados para dejar de esconderlas.
Voy al principio con la pregunta recurrente: ¿Qué es ser mujer? A nuestra protagonista, Aurore (Agnès Jaoui), le dijo su madre en la menarquia que ya era mujer y ahora a sus cincuenta años está con sofocos, el sangrado de la menstruación se va y mientras le cuenta a su hija el proceso por el que está pasando le pregunta qué es en estos momentos. ¿Ha dejado de ser mujer?
Blandine Lenoir es la directora de este largometraje que nació de la frustración de la propia cineasta al observar que en el cine no encontraba a las mujeres que ella veía su alrededor, en su día a día, en su vida.
Comentaba también Lenoir que quería hacer una película que diera a las mujeres ganas de envejecer ya que a partir de los 40 no tienen cabida en la gran pantalla con papeles importantes.

¿Dónde están las mujeres en ciertas etapas vitales? ¿No resulta interesante narrar lo que una mujer vive cuando sus reservas de ovocitos bajan, cuando su cuerpo experimenta cambios que también acompañan a otros que son profundos y de cambio de rumbo, de nuevos comienzos, de dejar algo atrás para seguir? A mí me parece imprescindible y por eso estoy escribiendo esto, para decirte que busques esta película y te regales una noche con buenas interpretaciones, con humor, con un relato que te hará sentirte identificada. Por cierto, en mi escena favorita suena la canción de Nina Simone Ain’Got No/ I Got Life. Disfrútala.
Hannah Arendt. Margarethe von Trotta.
Paso a un biopic dirigido por la directora alemana Margarethe von Trotta sobre una de las pensadoras más importantes del siglo XX que pensó el totalitarismo y que nos dejó a través de su concepto “la banalidad del mal” la importancia de cuestionar y de no despojarnos nunca de nuestra capacidad para pensar.
El largometraje muestra la vida de la filósofa a través de las reuniones que mantiene con sus amistades en un ambiente intelectual, los ratos compartidos con su pareja, su faceta como profesora y sobre todo retrata la pensadora crítica que fue, centrándose en el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén. Aquí acuñó el concepto mencionado sobre “la banalidad del mal”.

Me parece importante destacar que esta obra ha sido creada por el trabajo conjunto de un grupo de mujeres: Bettina Brokamper (producción); Pamela Katz (guión); Elisabeth Young- Bruehl (biografía); Bettina Bühler (montaje); Caroline Champetier (fotografía) y Barbara Sukowa (actriz principal).
La directora recibió en 2022 el Premio de Honor de la European Film Academy.
Creo que en estos momentos donde vivimos asistiendo a un genocidio en directo, a manipulación informativa y a banalizarlo todo es crucial ir a aquellos lugares y a las filósofas que arrojan luz para entender el complejo mundo que habitamos y, sobre todo, a través de esa comprensión global, poder contar con herramientas para transformarlo.
Admiro a Hannah Arendt por varias cuestiones. Para conocer a la persona hay que leer su obra y también encontrar biografías tan maravillosas como la que escribe Laure Adler, que nos abre esa puerta a la vida de Arendt. Como esa niña pequeña que con la muerte de su padre se convierte en el apoyo de su madre y que la hace pensar en Dios y buscar la filosofía para mitigar esa aflicción existencial; la Hannah que admiró a Rosa Luxemburgo y que leyó a una edad temprana a Kant, Hegel o Kierkegaard. La Hannah que se enamoró, que se convirtió en militante antisionista y que siempre llamó en sus cartas a esa tierra ocupada Palestina. La amiga de sus amigos y de sus amigas, como Mary McCarthy, con quien mantiene una correspondencia. La periodista, la primera mujer que se subió al púlpito de la Universidad de Notre-Dame y la primera mujer en dar clases en Princeton. La pensadora que quiso comprender los actos de un hombre «normal» juzgado en Jerusalén por ser un genocida y la pensadora que pensó el totalitarismo. Sus actos, su trayectoria, lo que nos llega de ella nos muestra su grandeza. Y a veces está claro que no bastan las palabras de propaganda como hacen algunas personas para alimentar su ego sino los actos que constatan el compromiso, el ideal y la justicia.
En la película vais a encontrar una parte de su interesante vida y conoceréis a la Arendt crítica que hizo lo que ella aconsejaba como imperativo para el resto: pensar.
Carol. Todd Haynes.
Llegamos al final con una película delicada, con una estética cuidada y miradas que a veces pueden hacer prescindir de los diálogos aunque éstos encajen perfectamente en el ambiente frío del invierno y cálido de la pasión.
Basada en la novela de Patricia Highsmith relata de una manera bella cómo se enamoran dos mujeres enfrentando lo caro que resulta ser lesbiana en una sociedad de apariencias que siempre juzga a las mujeres.
Estamos en una Navidad de los años 50 y Carol Aird (Cate Blanchet) va a unos grandes almacenes para comprar un juguete a su hija. Allí le atiende Therese Belivet (Roonye Mara) y tras ese encuentro se prende algo que después se desarrollará. Las interpretaciones de estas dos actrices son sublimes. Y aquí he de destacar la sensibilidad del director en saber plasmar la historia.
La autora de la novela, Patricia Highsmith, declaró:
«Me daban las gracias por haber escrito sobre dos personas del mismo sexo que se enamoraban, que sobrevivían al final y con una razonable dosis de esperanza en un futuro feliz».
Como curiosidad os cuento que Cate Blanchet aseguró que el mejor beso en el cine fue con Rooney Mara en la película Carol.
Si aún no la habéis visto ya tenéis plan de sábado noche o sobremesa de domingo. Y si ya la conocéis haced como yo y cuando llegue el invierno volved a ese lugar donde la Navidad es el escenario de una auténtica historia de amor.
Y un consejo para cada día, en cualquier estación:
Quédate con quien te mire como Carol Aird a Therese Belivet.

