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Verano, de Ali Smith

El verano de Ali Smith ha llegado a su fin casi de la mano de mi verano. En el suyo hay una pandemia de por medio. En el mío esos momentos de incertidumbre parecen lejanos. Qué pronto hemos olvidado el confinamiento, el miedo, las distancias de seguridad. Los parques precintados, las calles vacías de gente y de contaminación; el aire puro y los pájaros triunfantes. El esfuerzo, los aplausos. Algunas promesas.

Una de las protagonistas de la estación con la que Ali Smith hace un cierre magistral de su cuarteto estacional es Sacha Greenlaw. Y Sacha, o la propia Smith a través de la voz de Sacha hace un reconocimiento a héroes sin nombre que estuvieron en primera línea en esos momentos tan difíciles. Y así hace resurgir también la esperanza en llegar a ser mejores:

«Creo que algo bueno saldrá de todo esto, que mi ya vapuleada generación se volverá más resistente. Comprendemos lo afortunados que somos al pasar el rato con nuestros amigos porque sabremos qué es vivir sin ellos. Y valoraremos nuestras libertades y lucharemos por ellas en nombre de todo lo que es bueno […] Esa es la razón, Hero, de que tú y los trabajadores esenciales del sistema nacional de salud y las personas que trabajan duro para que las cosas sigan funcionando, como Sam, seáis mis héroes, junto con la gente que lucha para proteger el clima, y cada una de las personas que protestan por lo que pasó a George Floyd».

Empecé el cuarteto estacional con Otoño en esta estación del año pasado y acabo de completar el ciclo que se repetirá una y otra vez pero de manera distinta, ya que seremos diferentes. Y porque la mano del ser humano altera de manera irreversible el cambio climático. Decían las personas expertas que estábamos viviendo “El verano más fresco que vamos a tener”. Un verano atravesando una ola de calor perpetua. En sus últimos coletazos, segunda semana de septiembre y rozando los 40 grados en algún lugar de Andalucía.

Se repetirán las detenciones en los centros de internamiento y la deshumanización en ese constante trato inhumano y degradante hacia seres humanos a quienes les recuerdan que el camino tortuoso acaba de empezar. La falta de contexto y el orgullo por la ignorancia ganarán terreno en un mundo polarizado con discursos de odio que se vuelven virales calando en quienes empiezan a formarse opiniones del mundo que habitan, y de las personas con las que comparten ese lugar cada vez menos habitable. Pero en medio de un escenario desolador habrá jóvenes como Sacha. Y como Greta Thunberg. Jóvenes que se enfadan y que se convierten en heroínas. Decía Donald Trump que Thunberg «debería asistir a una clase de control de ira». Ojalá cada vez haya más jóvenes con esa ira que mueve el mundo hacia su lado más amable.

Con respecto a la persona real que es Greta Thunberg, Ali Smith escribe esto que reproduce un personaje ficticio: «No, mamá. Greta Thunberg. Cuando era pequeña entró en un estado de shock al comprender lo que le pasaba a la Tierra y ya no pudo hablar. Y luego cayó en la cuenta de que precisamente tenía que hablar. Tenía que usar su voz».

No sólo ha usado su voz sino que en este verano actual de 2025 se ha embarcado en una misión por la paz, la Sumud Global Flotilla, rumbo a Gaza junto a treinta barcos más para llevar a un pueblo devastado por un genocidio comida y medicamentos, forzando así a nuestros gobiernos a abrir un corredor humanitario y parar la masacre que Israel está perpetrando en Palestina.

Ali Smith continúa con su posicionamiento crítico, visibilizando las vergüenzas del mundo y llevando a través de sus personajes la denuncia a la mentira y la desinformación. Así, comienza con la necesidad del contexto y las fuentes cuando Sacha comparte la siguiente cita de una pensadora escribiendo como fuente un lugar de internet: «El perdón es la única forma de revertir el irreversible flujo de la historia».

Su madre, entoces, le dice: «Necesitas buscar una referencia. Si no, no sabrás de dónde viene lo que dijo Hannah Arendt […] No, esas páginas solo dicen que la estás citando, eso no basta, dijo su madre. El contexto. Importa».

Hannah Arendt reflexiona sobre el perdón en la Acción de La condición humana. Y ya que estamos con el contexto y con la red dejo un apunte clave en una de las actividades de la Vita Activa: «La acción nunca es posible en asilamiento; estar aislado es lo mismo que carecer de la capacidad de actuar».

Sacha Greenlaw tiene dieciséis años y es inteligente, comprometida con el medioambiente, con la necesidad de hacer de este mundo un lugar mejor y a través de las adversidades vividas ser mejores personas. Frente a ella la escritora representa el machismo, el racismo, el negacionismo y ese discurso destructivo atacando a los más vulnerables mediante su hermano de trece años, Robert Greenlaw:

«Cuéntale a tu padre, Robert, lo que has dicho sobre la educación que tanto ha enojado a tus maestros, dijo su madre.

Simplemente he comentado, como el principal asesor de nuestro primer ministro dijo en su blog, que no vale la pena educar a los niños pobres o que se han criado en la pobreza porque no lo van a aprovechar, serán incapaces de aprender por lo que es inútil que el Estado les pague una educación a la que congénitamente son incapaces de sacar partido. Y con eso sólo repito lo que piensa el principal asesor de nuestro primer ministro. Y como ese asesor es tan bueno en su trabajo, nuestro primer ministro ha salido elegido recientemente por amplia mayoría. ¿Qué os dice eso?».

A pesar de todo Sacha piensa que su hermano es brillante. Y lo es por la capacidad analítica que muestra, en contraposición con lo que reproduce de esos que mandan. No sólo es inteligente sino que tenía una voz espectacular y por ello lo acosaron en el colegio. Él cree que su hermana no va a conseguir cambiar el mundo y la llama “taradambiental”. Alguien debe representar aquí esa parte que no cree en nada.

Este Verano es un lugar de encuentro porque todas compartimos un tiempo y un lugar. Nuestras vidas se hallan conectadas bajo un tiempo luminoso y cálido, a veces esto último en exceso. Aparecen personajes nuevos como Grace, la madre de Sacha y Robert que tiene que vivir cerca de su exmarido con su nueva pareja. Pero hay otros veranos pasados que llegan después del otoño. Quienes hayan estado en esta primera estación recordarán a Daniel Gluck, el vecino de Elisabeth Demand, que siempre le preguntaba acerca del libro que estaba leyendo. En Verano Ali Smith vuelve hacia atrás para presentarnos su historia en un campo de concentración inglés donde lo acusaron de nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Esta escritora tiene la capacidad de hablarnos del presente con su pluma mordaz y también honrar las luchas que nos traen hasta aquí; rescatar historias pasadas de mujeres a las que les rinde homenaje. En Otoño descubrí a la artista pop Pauline Boty y se confirmó que en el arte no importa la historia de las mujeres. En Invierno el reconocimiento es para las mujeres de la Greenham common que llegan al segundo volumen del cuarteto de la mano de la combativa Iris; un personaje que volvemos a ver junto a la pareja de Charlotte y Arthur, que no seguirán juntos pero que continúan queriéndose intentando compartir su proyecto sobre la naturaleza.

Antes de arrancar la Primavera aparece una cita de Katherine Mansfield: «Yo busco indicios de la primavera». Y pasa a escribir en la siguiente página: «Las plantas que se abren paso entre la basura y el plástico, antes, después, afloran, pese a todo». Toma la vida de esta escritora para seguir hablando del presente. Un presente en el que sigue vigente el Brexit, las consecuencias de las políticas migratorias y la denuncia de los centros de internamiento.

En Verano vuelve a iluminar las páginas con la historia de la escritora y cineasta italiana Lorenza Mazzetti que narra su propia biografía en El cielo se cae y Con rabia. Y cuyo talento para el cine lo podemos comprobar con su película Together.

Sin duda Ali Smith pone luz a la oscuridad, a las mentiras, a la hipocresía y a la indiferencia:

«Piensa en esas mascarillas de algodón de ahora. Parecen insignificantes, hojas muertas, basura al viento, comparadas con las máscaras reales, las que llevan sobre la cara los mentirosos del planeta».

Todo está conectado. Hero, el chico del centro de internamiento al que Sacha escribe una tarde de junio. Este chico de nombre Anh Kîet que le envía una carta de respuesta un día de julio y que más tarde es acogido en la casa de Charlotte y la tía Iris junto a otras quince personas. Los poemas de Emily Dickinson. Aquella tarde en que Lorenza Mazzetti sobrevivió a la matanza de la familia Einstein porque ella y su hermana a pesar de ser parientes no tenían ese apellido. Y los vencejos, con su incansable vuelo que regresan para traernos, de nuevo, el Verano.

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