Quiero ver la cara de cada uno de los terroristas machistas en fotos con una leyenda abajo que especifique su nombre junto a “hijo sano del patriarcado”.
Quiero escuchar los nombres de cada mujer asesinada; quiero saber su edad, su profesión, si era madre, si no lo era. Y quiero oírlo desde la responsabilidad de los medios de comunicación y desde la voz de nuestros representantes políticos.
Quiero presenciar conexiones en directo que cuenten la atrocidad de cada asesinato, reconociendo las fallas del sistema, explicando por qué el machismo mata.
Quiero que ese mismo machismo sea definido en las aulas, empezando por desmontar los estereotipos de género para ir rompiendo las cadenas del rosa y del azul; del príncipe valiente, fuerte y aventurero y de la princesa dócil, comprensiva y paciente.
Quiero que el alumnado aprenda a identificar qué comportamientos son inaceptables en la relación de pareja para que las alumnas comprendan lo peligroso que es subir peldaños en “la escalera cíclica de la violencia de género”.
Quiero toparme con portadas en los periódicos cuyos titulares no hablen de muertas y de monstruos sino de mujeres asesinadas por hombres, insisto, sanos hijos del patriarcado.
Quiero que seamos convocados y convocadas a un paro nacional sin minutos de silencio, con un grito de compromiso y de justicia que les llegue a las mujeres que ya no están porque unos hombres les arrancaron la vida.
Quiero contar con aquellos hombres que dicen que no son machistas, que condenan la violencia, que se avergüenzan de estos actos miserables y quiero observar cómo dan un paso hacia delante contra todas las formas de violencia machista que aparentemente tanta repulsa les provoca, reconociendo actitudes y trabajando para erradicarlas; en su día a día, con sus parejas, con sus hijas, con sus madres, con sus compañeras, en los grupos de whatsapp, en las reuniones de trabajo, con sus colegas en momentos de distensión.
Quiero asistir a debates dirigidos por expertas que sepan qué es el patriarcado y se atrevan a identificarlo como el sistema que genera la desigualdad; donde se hable de feminismo con la definición aprendida y más de una lectura sobre un movimiento de justicia con referentes y estudios que le otorgan tres siglos de historia; y no con una pregunta que inicia el debate sobre «¿feminismo sí o feminismo no?», como si nuestra liberación fuese una opción resumida en un espacio televisivo.
Quiero que la televisión pública emita programas especializados que desmonten el mito de las denuncias falsas, donde el acoso no sea abordado desde la subjetividad de hombres machistas, misóginos e incluso pillados en declaraciones pedófilas; sino por personas especializadas, comprometidas y formadas en perspectiva de género que traten el acoso y las agresiones sexuales teniendo en cuenta la estructura en la que se producen, visibilizando que no son casos aislados, que no son actos sin importancia, que están tan normalizados que siguen otorgando poder a un grupo (varones), oprimiendo a otro grupo (mujeres) y que es el grupo opresor el que debe tomar conciencia, asumir las responsabilidades que tiene en cada espacio para dejar de ser el agresor o el cómplice de cada atentado contra muestra integridad.
Quiero que la publicidad deje de confinar a las mujeres a las tareas del hogar y el cuidado y quiero que en cada imagen allí difundida, que se asienta en nuestro imaginario, las mujeres dejen de ser cosificadas.
Quiero que desaparezcan los anuncios que ofertan mujeres a trozos, sin rostro, sin identidad; mujeres que son alquiladas para el disfrute de ellos, pero que están ahí, según dicen, en un acto de empoderamiento porque son muy libres de hacerlo ya que no hay relaciones desiguales ni de poder.
Quiero dejar de percibir indiferencia ante la violencia machista y quiero que cada asesinato cuente, importe y que la cifra de cada año se sume con la del anterior para que ese número frío como los cuerpos a los que pertenece y alejado de las agendas políticas, avergüence a quienes se implican un minuto desde sus instituciones, 140 caracteres desde su red social o nada desde su mirada estrábica.
Quiero un mundo justo y humano y para ello es condición sine qua non, por lo tanto innegociable, que las mujeres seamos consideradas humanas y quiero que el Pacto de Estado contra la violencia machista empiece a actuar desde un pacto contra el machismo porque el machismo mata, nos mata y nosotras queremos, en libertad real, disfrutar del derecho fundamental a la vida.
(La foto fue tomada durante el acto del proyecto «Zapatos Rojos», creado por la artista Elina Chauvet, que llegó a Córdoba en 2015).